Dentro de la categoría "homenaje al cubano" hemos querido destacar a aquellos que nacieron y se criaron en la isla esclava, sobre todo las últimas dos o tres generaciones. ¿Por qué? Porque son los cubanos de la Y... Aquellos que escandalizaron a muchos compatriotas que llevaban 30, 40 o 50 años en el exilio al presentarse con nombrecitos propios como Yankiel, Yoeysis, Yordakis, Yolidurky y Yaquirelis. ¿Como dijo que se llama usted? - ¡Yeuniser, coño, Yeuniser! Eh...¿pero que le pasa a este tipo? ¿Está sordo o es tarado?
Estos cubanos maravillosos de la Y pueden causar extrañeza y hasta suspicacia en los cubanos de otras generaciones acostumbrados a nombres propios mas conformes con un país como Cuba de profundas raíces españolas. En la Cuba de antes del despelote socio-político-cultural comunista, los ciudadanos nombraban a sus hijos de acuerdo a la tradición hispana y muy particularmente de acuerdo al santoral de la Iglesia Católica. Incluso los afrocubanos y los cubanos de ascendencia mucho más exótica (teníamos de todo, chinos, coreanos, libaneses, sirios, etc.) nombraban a sus hijos con nombres tan cristianos como Tomás, Pedro, Caridad, María, Miguel, Esperanza, etc.; nombres entrañables que nos identificaba con la Madre Patria y nos hermanaba con otros países latinoamericanos que compartían nuestra misma historia. A ningún afrocubano se le hubiera ocurrido nombrar a un hijo Changó, ni Yemayá, ni Ochún... y a pesar de la influecia que nos llegaba del "norte" por estar situada la isla a 90 millas de los Estados Unidos, eran muy pocos -poquísimos- los cubanos que respondían a nombres como Johnny, Michael or Mary-Ann. Lo nuestro era lo español y nos sentiamos orgullosos de la cultura legada de los colonizadores.
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